martes, 3 de agosto de 2010

Un cierto sentido de la realidad


Sé que no hablamos el mismo idioma, pero igual comprendo. Sé que te escucho y sólo oigo sonidos, no palabras. Sé que a través de tus gestos puedo decodificar lo que estás diciendo.

El idioma muchas veces es una barrera. Uno cae en la cuenta de ello cuando conoce a un extranjero o viaja hacia algún lugar donde no se comparte esta característica. Un idioma es una herramienta que forma parte de determinada cultura….y esa cultura es por sobre todas las cosas, lo que distingue un ser humano del otro.

Cambian las formas de ser, pensar, comprender, asociar, vivir y observar. Se transforma la manera de vestir, de actuar, de amar. Y aun así hay un punto ínfimo, pequeño y alucinante, que pocas veces se alcanza, en el cual nos encontramos frente a frente y nos damos cuenta al fin, de que somos iguales. No en el sentido físico, tampoco en el sociológico. Somos iguales porque es en ese estrecho tramo, en el que todas las distinciones se reducen a detalles. Este punto es invisible la mayor parte del tiempo, aunque quizás un viajero lo encuentre más seguido. Es un instante, una sensación, un impulso que te hace abrir los ojos y finalmente ver que las distancias no son tales, que las barreras imposibles de derribar pueden quebrarse.

Te entenderé aunque no hable tu idioma, podré relacionarme con vos sin usar la misma ropa, y todo lo lograré gracias a un momento de luminosidad que me hará creer que vivo sumido en una oscuridad metafórica, que estoy preso de mi ignorancia.

Será allí cuando al final del día me daré cuenta sin retrasos de que he crecido un poco; mi libertad no será imaginaria.

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