jueves, 22 de octubre de 2009

Cronología-


Ese momento al fin había llegado…ella se encontraba ahí, sin poder creer las maravillas que sus ojos detectaban…sus pupilas por momentos se dilataban. En medio de eso que su acompañante había esperado toda su vida, ella creía que algún día entendería al fin lo que en ese momento estaba ocurriendo. Aun sabiendo donde se encontraba, se sentía en cierta forma inconsciente. Sabía que era una oportunidad única, estaba creciendo con cada paso que daba, cada escalón que subía y cada persona con la que hablaba aunque fuera un minuto por comprar algo que saciara su sed. Caminó y sintió, como nunca, la inmensidad de la Tierra. Muchas veces se lo habían explicado pero nunca como esa vez, logró vislumbrar qué tan pequeños somos los humanos dentro de este mundo…y cuánto más pequeños eran dos mil años atrás. Y a pesar de sentirse indescriptiblemente feliz por estar ahí, había algo que no le permitía disfrutar del todo. Era algo así como un mal presentimiento, aunque no tuviera motivos para sentirlo.

En medio de góndolas y palomas, respiraba un aire, a pesar de todo, puro. Era más bien, aire de libertad…con un toque de magia. Se encontraba en un lugar que podría bien definirse como el triángulo de las bermudas, ese que no sabes si podrás volver a encontrar aunque vuelvas exactamente al mismo lugar. Tenía la sensación de estar en otra dimensión, una paralela e imposible de hallar siempre de la misma manera. En ese contexto comenzó a ratificar aquel mal presentimiento que a su pesar había comenzado en la primera etapa de su aventura. Fue allí cuando empezó a tomar forma esto que nunca hubiera imaginado, algo que siempre veía en los demás pero que nunca hubiera pensado como protagonista.

Esa mitad aventura, mitad sueño, concluyó. El momento había llegado, y así, tuvo que volver a la realidad…esa misma noche. Por un lado se sintió devastada, era un quiebre impensado. Por el otro, fue muy afortunada por tener a su amor al lado, abrazándola fuerte y diciéndole que todo iba a pasar, que todo iba a estar bien, que era sólo cuestión de tiempo. Ella quería creerle, pero todo le indicaba que eso era imposible, que ese iba a ser el final. Y, por el momento, su amor tuvo razón, el culpable, o ambos, reflexionaron, se dieron cuenta de que se quieren y que no vale la pena arriesgar todo por una crisis supuestamente momentánea. Hoy, ellos se pelean más que cuando ella era chiquita, ya no es una nena y ellos ya no son mas adolescentes. Podrían, a pesar de que ella tiene casi veinte años, intentar tener más paciencia, ella no está acostumbrada a que ellos se maltraten. Hacen terapia. Se quieren. Se aman. Y sin embargo, aun no saben cómo van a resolver este malestar. La buena noticia para ella, al menos, es que están juntos. No se imagina una vida con uno allá y el otro acá, uno arriba del tren y el otro en la estación. Ella, la que ya no es tan chiquita, sólo pretende paz. Quizás algún día ellos entiendan que están perdiendo su tiempo, porque mientras pelean, podrían estar besándose. Y ella, que según lo estipulado socialmente ya está por dejar de ser adolescente, podrá abrazarse a su amor y al fin decirle: tenías razón.


Ya pasó un año de aquel momento y otra vez, se le puede decir a su amor que tuvo razón pero sólo por unos meses. El caos y la pelea estaban de vuelta y esa ilusión se desvanecía ante sus ojos como si todo hubiera sido un engaño visual, un chiste de mal gusto.

Hay veces en la vida, dicen, en las que uno es víctima sin haber lastimado a nadie, esa persona sufre por el mero hecho de vivir bajo un mismo techo. ¿Qué culpa tienen los hijos de lo que hacen sus padres? Ninguna. De cualquier forma, si esto debía suceder en algún momento como si hubiera estado predeterminado, hubiera preferido que todo se diera antes....seguramente el ser más joven no hubiera ayudado pero hoy, es todo tan reciente. Es decir, si esta cadena de desgracias hubiera pasado ya hace un tiempo, seguramente ya estaríamos un poco más curados. La herida no sería tan profunda como ahora.

Más de un año después de esa experiencia sólo resta la resignación, además de los clásicos y burocráticos trámites que absorben la poca energía que queda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario