sábado, 26 de septiembre de 2009

Un pasado impensado

Esta publicación se refiere a un momento, y espero que sea uno de los primeros, importante para mi vida profesional, distinto, imprevisto. Se trata de uno de esos instantes en los que no quisieras estar obligado a seguir indagando por tratarse de una historia pesada, delicada, por la que cualquier expresión mal utilizada al momento de interrogar, puede concluir en una situación aun peor, mucho más incómoda. Hasta esta oportunidad, yo no lo conocía más allá de una relación de compañerismo por compartir día a día, desde hace más de un año, los mismos profesores y el mismo ámbito de estudio. Sólo sabía que venía de Córdoba y que la razón de su estadía en Mar del Plata, era el amor. A medida que transcurre la entrevista, descubrimos, junto a quienes nos encontrábamos allí indagando, que no se trataba de una simple historia de amor, era mucho más que eso. Digo que quiero que sea uno de los primeros momentos en los que me sumerjo en situaciones como ésta, porque es aquí cuando se nota una capacidad de improvisación a medida que va a transcurriendo la historia que te cuentan, y porque todos los periodistas, me incluyo como uno, tenemos un costado morboso que a la mayoría de los lectores también le interesa.


Siempre con una mirada cálida y casi todo el tiempo esbozando una sonrisa, Anahí Rocha, una cordobesa de 20 años que estudia Periodismo en Mar del Plata, contó su particular historia de una manera única: “Cuando yo tenía dos años mi mamá mató a mi papá”, declaró decidida a revelar su pasado. Además de analizar momentos difíciles, habló de un presente en el que el amor es el protagonista.

“A mi mamá Olga la condenaron a cadena perpetua y la Justicia decidió que mi abuela paterna nos criara, a quien considero una persona maravillosa. Le agradezco todo lo que nos dio a mi hermana y a mí. Hablo por teléfono todos los días con ella y sé que cuando muera voy a sentir un vacío muy grande”, manifestó Anahí, visiblemente expectante por la reacción de los entrevistadores.

- ¿Qué sabés de lo que ocurrió al momento del asesinato o del juicio?

- Yo siempre quise saber lo que pasó pero no tengo un recuerdo claro de cuando me contaron todo. Sé que al momento del hecho mi mamá tenía 19 años y mi papá 24. Ocurrió en el pueblo San Pedro Norte el 9 de julio de 1991, un feriado en el que Boca perdió con Independiente y, como mi papá era de Boca, estaba de mal humor. Las personas del barrio que declararon en el juicio contaron que mis padres iban caminando por la calle con mi hermana - en ese momento de 1 año -, ingresaron a la casa y a los cinco minutos se escuchó un disparo. Mi mamá repitió varias veces que era inocente, incluso mi abuela le creyó, pero el día anterior a la sentencia confesó que había sido ella la que había matado a mi papá. Además, en el juicio se presentaron varios amantes de mi madre y se descubrió también que ella no estudiaba enfermería como decía, sino que realizaba abortos clandestinos.-

“En la escuela fue todo muy difícil”, recordó la joven. Su abuela trabajaba y, cuando la bisabuela no tenía tiempo de acompañarlas, ella iba caminando junto a su hermana al colegio. En la primaria la discriminaron por no tener padres y eso la hacía llorar todos los días. “Ya no lloro por eso”, confesó Anahí, quien también sufrió por su relación con su bisabuela, quien le pegaba y la discriminaba por ver a la madre reflejada en ella. Durante el secundario comenzó a tener convulsiones y ataques de nervios, por lo que a los 14 años, tras estar nueve horas inconciente, quedó internada durante dos meses y medio. Luego pudo ir al psicólogo, gracias a quien logró recuperarse luego de asimilar que su padre estaba muerto y su madre en la cárcel.

- ¿Cómo fue la relación con tu mamá a partir de la muerte de tu padre?

- Al principio me daba miedo ir a la cárcel, mi abuela nos llevaba a mi hermana y a mí dos domingos al mes. Fue muy complicado. Cuando yo tenía 12 años empezó la requisa pero me planté y dije que no quería que me revisaran ni seguir yendo a verla. En una sesión especial que se hizo al poco tiempo, con una asistente social presente, le dije a mi mamá que no quería saber más nada de ella y no fui más.

Cuando a ella la condenaron estaba embarazada y a la nena, al nacer, la mandaron a vivir con mi abuela materna, al igual que a mi hermano nacido producto de una relación ínter carcelaria. A estos hermanos no los ví por mucho tiempo y con mi abuela materna nunca tuve una buena relación porque ella una vez me dijo: “Vos tenés la culpa de que tu papá esté muerto”.

Nunca le voy a perdonar a mi mamá que haya tenido un hijo con una persona que también estaba presa, pero a mi hermano lo quiero porque él no tiene la culpa. Además, a pesar de que hace ya tres años que está libre como consecuencia de la ley 2x1, ahora quiere llevarlo a vivir con ella.-

- ¿Cómo es la relación con tu madre hoy?

- No la veo desde hace siete años y hoy por hoy no tenemos ningún tipo de vínculo. Para mí, mi abuela es mi mamá. Siento rechazo porque mi pasado me da vergüenza, es pesado saber que ella es una asesina. Creo que si algún día me la cruzara por la calle la reconocería porque es igual a mí, y eso me molesta mucho. Me gustaría que me fuera sincera acerca de lo que pasó porque ella siempre me decía que cuando fuera grande me iba a contar la verdad y yo estoy dispuesta a tener esa conversación.-

Es así como Anahí Rocha, 18 años después de la muerte de su papá y emprendiendo una nueva etapa de su vida, describió esa historia: relajada y con naturalidad, y al mismo tiempo con cierto nerviosismo deducible por el juego que hacía con la lapicera que tenía entre sus manos. Quizás fue por revivir de alguna manera su pasado, o porque se encontró frente a un grupo de periodistas contando su verdad.

- ¿Fue difícil tomar la decisión de irte de Córdoba a Mar del Plata?

- Sí, porque sabía que no iba a conocer a nadie más que a mi novio Pablo, pero pensé en él y en mis intereses. Nos conocimos en San José de la Dormida, el pueblo donde crecí, que está a 120 kilómetros al norte de Córdoba Capital, donde trabajaba su papá. Después de un tiempo de estar de novios, él decidió irse a vivir con su mamá a Mar del Plata y me propuso irme con él.

Yo estudiaba Comunicación Social en la Universidad de Córdoba y, a pesar de algunas dudas y confusiones, me di cuenta de que Pablo era el amor de mi vida y que irme con él, era lo que realmente quería. Al principio me costó mucho y extrañaba todo, especialmente a mi abuela que me crió y a mi hermana menor, pero nunca pensé en volver a Córdoba, porque eso hubiera sido como retroceder en mi decisión.-

Con respecto al futuro, la joven declaró que tiene un proyecto con Pablo para irse a vivir al norte, a un lugar donde ambos puedan ejercer su profesión, ya que él en Mar del Plata no tiene posibilidades laborales relacionadas con su especialidad.

“Reconstruir lo que pasó es mi sueño más grande”, manifestó en referencia al asesinato de su padre. Le gustaría ir a Córdoba a ver el expediente de la causa y también la casa donde ocurrió el hecho. “Allí no vive nadie, está intacta. En el pueblo se sigue hablando de ella, dicen que adentro se escuchan ruidos”, expresó la cordobesa.

También contó que tiene guardados dos artículos periodísticos del momento del asesinato y cartas escritas por su madre, porque piensa que en el futuro le podrían servir para encontrar respuestas. “Pablo y yo pensamos que tengo que seguir con mi vida”, concluyó esperanzada la estudiante, a pesar de todo lo que se vio obligada a vivir.

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